miércoles, 29 de febrero de 2012

espiral

Entro a un blog. Uno cualquiera o no tan cualquiera. Escucho su música y me abandono. Retrocedo meses, años... Cuando imaginaba mi futuro y no veía más que turbio. La indecisión, praderas demasiado verdes para ser reales, aroma a té. La canción ha terminado. Vuelvo al mismo blog y cargo la página de nuevo. Vuelvo a sentir esas ganas de correr y gritar bajo un sol que calienta mis pensamientos. Proclive al cambio y adoradora de las pequeñas cosas. Unos vaqueros desgastados que acaban verdosos después de una partida de cartas. Termina la canción. Pause.

viernes, 24 de febrero de 2012

just a reason

Cuando voy en el metro y escucho hablar de un libro, de una película o de una canción intento retener el título y curiosear cuando tengo un rato libre. Muchas veces, sin saberlo, otros me han hecho grandes descubrimientos. Últimamente me ha llamado la atención la cantidad de gente que se sumerge en lecturas de carácter moral, o religioso. De esas que te dicen cómo puedes ser mejor persona, cómo deber querer a los demás y hacer que ellos te quieran; que hablan del respeto y la virtud, de la misericordia, de las almas. Me gustaría, por un momento, colarme en su cerebro y averiguar qué sienten al avanzar sus páginas, y qué motivo les llevó a elegir ese libro en lugar de otro.

lunes, 20 de febrero de 2012

poco febrero

Mi gorro blanco se abre paso entre la multitud que abarrota el Metro. Se agobia, busca y localiza un sitio en el que ubicarse en el tiempo de trayecto. Debajo, una maraña de pelo al que aprisiona intenta no absorber los olores de la mañana, sin mucho éxito.
Miles de ideas le atormentan y pugnan por sacarle volando de su cómodo hogar.
Un libro. Una llamada. Conversaciones ajenas.

Intento perderme entre las letras de tinta inexistente. Algunos minutos y objetivo conseguido. Me transporto a la Barcelona de principios del siglo XX mientras el vagón transporta mi cuerpo al destino obligado diario.
Una llamada. Esta vez es mi teléfono el que suena emitiendo su característica melodía en un volumen demasiado elevado para las pocas horas de sueño de las que he disfrutado esta noche. Vuelvo a la realidad. Estoy en la otra punta de la ciudad, faltan pocos minutos para la última parada y mi cabeza acaba de llenarse de garabatos sin sentido.
Entro en el edificio. Paso el torno. Todo se acaba, hasta la salida.