martes, 18 de diciembre de 2012

Admirados

Esta mañana he estado eliminando los mails de diferentes redes sociales que saturaban mi cuenta y me he fijado en que había muchos usuarios que en algún momento de sus vidas cometieron la estupidez de seguirme y luego se dieron cuenta de que no tenía sentido. ¿A quién le interesa si hago unas magdalenas, si mi manicura podría estar mejor o si me he quedado embobada con  un espectáculo de magia? Al final, a los mismos de siempre, aunque no entiendo por qué.
Lo que tampoco entiendo es el juego de "te sigo si me sigues". Supongo que la gente seguirá a aquellas personas, empresas, etc. que digan cosas que les interesen. Que a mí me parece muy bien que, por poner un ejemplo, haya quien se dedique a hacer piercings con el método "tradicional" que una vieja amiga utilizaba en mis años de instituto, pero si no me interesa perforarme las orejas, ¿qué sentido tendría seguirlo? De ahí que haya algunos usuarios frustrados que buscan seguidores debajo de las piedras los hastags, que si no triunfan en su empeño abandonan esta clase de redes (digo yo...) Aunque creo que el verdadero motivo del abandono es esa saturación de información a la que se conducen, siguiendo al cocinero principiante, la choni de las fotos en los baños, el que va de intelectual, la que debate sobre economía, el fetichista de pies, el creador de un blog de lectura y otros tres mil más.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Porque hoy debería ser fiesta

Fíjate, yo que pensaba que no iba a escribir y aquí estoy, tecleando con un solo ojo (el otro está agonizando lentamente) mientras me quito pellejitos de las uñas y mi estómago inicia la cuenta atrás para dejar toda la sala pringada de... ¿Flubber?
Definitivamente, escribo cuando estoy mal. Así por autocompadecerme y eso. Que a los psicólogos les gusta mucho decir que si escribes tus problemas te sirve para relativizarlos. En mi caso el malestar general no mengua. ¿Será porque son "dolores" de cuerpo?
Así que amenazo con volver. No sé si escribiré parecido a como lo hacía antes. Sólo espero no soltar ninguna patada monumental (principalmente a nuestro querido diccionario de la RAE), si es que esto no queda en agua de borrajas.