lunes, 20 de febrero de 2012

poco febrero

Mi gorro blanco se abre paso entre la multitud que abarrota el Metro. Se agobia, busca y localiza un sitio en el que ubicarse en el tiempo de trayecto. Debajo, una maraña de pelo al que aprisiona intenta no absorber los olores de la mañana, sin mucho éxito.
Miles de ideas le atormentan y pugnan por sacarle volando de su cómodo hogar.
Un libro. Una llamada. Conversaciones ajenas.

Intento perderme entre las letras de tinta inexistente. Algunos minutos y objetivo conseguido. Me transporto a la Barcelona de principios del siglo XX mientras el vagón transporta mi cuerpo al destino obligado diario.
Una llamada. Esta vez es mi teléfono el que suena emitiendo su característica melodía en un volumen demasiado elevado para las pocas horas de sueño de las que he disfrutado esta noche. Vuelvo a la realidad. Estoy en la otra punta de la ciudad, faltan pocos minutos para la última parada y mi cabeza acaba de llenarse de garabatos sin sentido.
Entro en el edificio. Paso el torno. Todo se acaba, hasta la salida.

4 comentarios:

Kobal dijo...

Como me suena todo lo que has escrito.

ele* dijo...

holaa!! cuanto tiempo!! es bueno leerte otra vez. vuelves? o estás de paso?
esto suena a trabajo, y el trabajo siempre es bueno y agradecido, en tiempos de crisis!
un beso

I dijo...

@Kobal Somos dueños de los túneles.

@ele* Prefiero estar de paso. No sé cuántas veces serán.

Anónimo dijo...

ME gusta lo que escribes!!!A veces es bueno salir de la rutina y aprovechar los interminables viajes en metro...y divagar por el mundo