viernes, 13 de agosto de 2010

no puedo

Últimamente estaba escribiendo cosas muy grises, y había pensado que
la entrada de hoy sería algo agradable, alegre, optimista. Pero no
puedo. No puedo porque las circunstancias no me dejan, porque este
viernes 13 está lleno de malditas casualidades que atormentarían al
más supersticioso. Porque me gustaría haber escrito algo con lo que
alguien sonriera, o que me hiciera sonreír. Pero no puedo. Y me duele
y me da rabia que ocurran estas cosas, que el dolor se prolongue para
luego dar la estocada una noche, o una mañana. Y el sufrimiento

jueves, 12 de agosto de 2010

¡por fin!

Mi portátil, la cama y el sol pegándome en la espalda.
Puede que me cueste un poco acostumbrarme a esta pantalla tan brillante, aunque los colores se ven genial.
Por fin puedo trastear a mis anchas, y desde un lugar blando.

miércoles, 11 de agosto de 2010

prisión

Me había dicho que no te escribiría, ahora creo posible que lo incumpla.
Quería ver la luz del sol, pero las murallas estaban cerradas y la salida no me estaba permitida. Tuve que encerrarme, volver a la penumbra de este sólido edificio y contener mis ganas de libertad por un tiempo.
Con ansias por comunicarme veía el vacío a mi alrededor. No había nada ni nadie. Estaba sola, y encerrada. El suelo estaba húmedo y mis pies empezaban a resentirse, y además hacía frío. Intenté mantener mi mente aislada. Dicen que no hay dolor si no lo piensas, o al menos no se nota tanto. Pero mi debilidad pudo con la voluntad de seguir este precepto, y empecé a acordarme de los momentos en los que había sentido tus brazos rodeándome por detrás, aferrando mis hombros, proporcionándome calor en las noches menos calurosas del verano. Sabía que eso me dolería porque no haría más que alimentar la ilusión, la esperanza de tenerte aquí de nuevo, a pesar de que era consciente de que eso era imposible. Estaba presa y pensar en ti sólo podía dañarme. Pero no tenía nada que hacer, y la ausencia de tareas liberaba la mente y la dejaba volar a sus anchas, sin hacer caso de nada más que de mis instintos. No había nada que observar y no podía analizar más que las oscuras paredes que me rodeaban, paredes que en realidad eran una sola que se alzaba en forma circular. De modo que continué con mi particular tortura, soñando, sintiendo y viendo cosas que podrían ser y que no eran, mientras esperaba la caída del sol para deshacerme de esa angustia que estaba mutilando lentamente mis sentidos.

martes, 10 de agosto de 2010

ahora

Ya no es lo mismo, porque estoy lejos. Ya no veo junto a mi esos gigantes que reflejan la luz del sol en los días de verano ni siento el intenso viento del norte de las mañanas de agosto. Ahora sé que no estás, que no puedo verte por casualidad mientras doblas la esquina al volante del algún sueño, que si percibo tu olor en el aire será, más que nunca, una invención de mis ganas.
Porque no estás, o más bien no estoy yo para acordarme de ti en la última canción de la mañana, o en la primera de la tarde mientras espero el momento de volver de nuevo a casa.
Pero todo se invierte al final de la semana, cuando puedo encontrarte más cerca que nunca.

viernes, 6 de agosto de 2010

bonito viernes

Me encanta haber hecho algo bien y que me corrijan estropeándolo.
Por tanto, me encanta trabajar el doble por error de otros.
También me encanta que se dé por hecho que sé lo que tengo que hacer sin habérmelo explicado antes.

Y, por supuesto, me encanta ver cómo el que se está beneficiando de mi abono perdido me sonríe burlón mientras me dice que no ha aparecido.
No soy agresiva, pero le daría un par de leches.
Ahora tengo uno nuevo. Mío, sólo mío.

jueves, 5 de agosto de 2010

¿dónde estará mi abono?

Dicen que el que no tiene cabeza tiene pies, lo que se podría adaptar a que el que pierde lo que lleva en los bolsillos debe tener dinero en el bolso para sustituirlo. Una adaptación un poco así, a mi manera.
Hoy he perdido el ticket del abono transportes. Sí, es una p*****. Día 5 y aquí la que escribe pierde el abono. Si es que ya me vale. Ahora mientras escribo esto estoy todavía buscando en los bolsillos, no vaya a ser que me lo hubiera escondido Tamariz y ahora lo vuelva a hacer aparecer.

Esto de perder cosas es algo muy raro. Yo lo llevaba al subir al bus. ¡Lo llevaba! Claro, si no fuera así me hubiesen dicho “fíjate, qué graciosa, si quiere pasar así por la cara” o una adaptación no muy similar…
Una vez sentada en el bus, como cada día, meto el abono al bolsillo de mi pantalón. En la funda del abono se encuentran el ticket y la tarjeta de mi empresa.
Entro en la empresa y, cuando voy a guardar la tarjeta, una vez en mi planta, me doy cuenta de que falta el ticket.
Desesperación, nervios, momento grrrrrrrhhrrr.
Doy la vuelta y tras una espera que me ha parecido larguísima consigo entrar en el ascensor en el que había subido. Esto me ha costado porque aquí hay varios ascensores y no eliges en cuál subirte. Dejo el aviso en recepción y deshago el camino con 100 ojos, más viento del habitual y gente que se cruza en el camino. Pregunto al conductor del siguiente bus que pasa de la misma línea, vuelvo al trabajo con la cabeza un poco más agachada y busco “objetos perdidos”.

Recibo ayuda de los míos para reclamar la posible pérdida y me tranquilizo un poco. Empiezo a hacer cálculos para decidir qué hacer con mi vida, o con mi abono, pendiente de un posible traslado. Y espero. Si no tengo ningún aviso pronto volveré al estanco, y no fumo.

Muchas gracias a todos los que han intervenido en este caos que he liado.
Fíjate que soy desordenada, pero perder lo que está guardado se sale del límite.

martes, 3 de agosto de 2010

porque...

Te he esperado en tantos bancos, te he buscado en tantas miradas, te he
observado tantas noches, te he escrito tantas palabras, que hoy no podía ser
menos. Feliz cumpleaños.