lunes, 10 de septiembre de 2012

24

Vi en ti el espíritu de cambio que no había encontrado las últimas veces. Ser consciente de la realidad y dedicar tiempo a encontrar opciones. 
Yo conducía perdida por el carril derecho de la autopista, con mis ojos en el horizonte y el sol en las indicaciones, dejándome guiar por los sentidos mermados de un verano que empezaba a dar sus últimos coletazos de vida y calor. 
Aire acondicionado y olor a alcantarilla mezclado con asfalto abrasado que ayer difuminaba la silueta de los bloques de viviendas construidas para poblar los puentes. El ambientador que no pude soportar un día me marea. Siento nauseas y un ataque de violencia que agarrota mi cuerpo. 
Quizá perdiste demasiado al convencerte de la imposibilidad de conseguir tus objetivos más próximos. Nunca sabrás qué decisión hubiera sido más acertada.
El verano recupera su calidez en esa tarde que se convirtió en madrugada de alcohol y despreocupación para nuevas generaciones, entre cristales rotos y sandalias de tacón. 
Yo sueño con tu piscina mientras me agarro al corazón.

jueves, 19 de abril de 2012

historia de restos

Dos desparejados y otros dos tan juntos que parecían ser el mismo. Cuatro pétalos descansan después de quién sabe qué historia sobre los escalones del metro. Curiosamente, hay quien intenta no pisarlos. Quizá, si hubieran sido suyos, reposarían en un bonito jarrón junto con el resto, sin ser acribillados por agujas y rodillos que atraviesan y aplanan su centro de vida.

lunes, 16 de abril de 2012

des-precipitación

Ya sé qué es lo que está pasando. Puede que a veces me empeñe sin sentido en ser demasiado perfecta, en querer hacer demasiadas cosas, más de las que son físicamente posibles; en fijarme metas y objetivos ambiciosos, y a la vez, querer disfrutar de un ratito de "no actividad", de estar en casa sin hacer nada, o sentarme en el sofá a charlar con mi familia con un té en la mano. Y también puede que me agobie por ello, por no abarcarlo todo, o por dejarlo a un lado; que me falte respirar, poner cada cosa en su sitio, incluido tú. Dedicarte lo mismo que me dedico a mí, para ser iguales. Para ser nosotros.

viernes, 13 de abril de 2012

falla

Lejanos quedan aquellos meses de no confiar. Ese daño que me abrió una herida en el pecho, cerca del corazón, como carne abrasada tras haber sido atravesada por hierro candente, desapareció. Yo lo sabía, en la inundación de mis sentidos. Los surcos salados que recorrían el espacio entre mis pestañas y mi barbilla se diluyeron bajo la lluvia de aquel día de abril en el que olvidé coger el paraguas. Y desde entonces el césped fue más verde y las nubes más compactas. Me alegré de encontrarme en medio de esa tormenta inesperada que abrió un abismo alejando la rabia, y alejándolo a él del espacio que nunca fue suyo.

lunes, 2 de abril de 2012

espejo

A veces pienso qué habría sido de mí si no hubiese tomado este camino. La típica pregunta sin respuesta. No puedo saberlo, aunque me gustaría echarle un vistazo a esa realidad paralela que se forma en el momento en el que tomamos decisiones importantes.
Y si fuera posible verlo, ¿cómo medir la alternativa que no fue? ¿En términos de felicidad, de independencia, de dinero en el bolsillo...?
Ahora me gustaría medir una cosa: el miedo.

martes, 27 de marzo de 2012

olvidados

Nos derretimos bajo la lluvia que va calando nuestros calcetines, siempre de rayas, mientras permanecemos petrificados bajo un cielo color plomo que amenaza con romperse. Como castillos de arena que ven sus formas desdibujadas tras sentir el impacto de una parte de océano. Nos deshacemos, lentamente. Somos papel de periódico en la acera de enfrente perdiendo la personalidad de nuestras letras. Dependemos del sol. Si no, nuestro mundo se derrumba, incapaces de afrontar una leve ráfaga de viento anunciada en un panel de tráfico. Bandeamos a la mínima pero no llegamos a volcar. Y si lo hiciéramos, me ahogaría o me volvería hielo. Indescifrable.

miércoles, 21 de marzo de 2012

aguanieve

¿Por qué justo ahora, cuando vuelve el invierno?
Me invaden sensaciones de vacío, hastío y otras tantas que podrían finalizar como la sensación térmica. Me encuentro cansada y no quiero luchar. Con dejarme llevar por el viento del norte sería suficiente, sentirme arrastrada hacia un punto en el que vuelvan a florecer los cerezos, si es posible. Pero sólo hay frío. ¿Será que no siento? Todo el tiempo posible parece poco y a la vez demasiado. Demasiado. Nada de lo que haga conseguirá cambiarlo, porque mi frío se alimenta de tu miedo, que nunca pierde. No quiero víctimas.